martes, 18 de septiembre de 2012

Cada día se observan nuevos avances tecnológicos que nos permiten tener una visión más amplia del mundo que nos rodea.

Todas estas cosas son muy buenas pero, como todo en la vida, tienen sus pros y sus contras. Por ejemplo: La Internet ha revolucionado el mundo de las comunicaciones. A través de ella podemos mantenernos en contacto con nuestros familiares y amigos, no importa donde se encuentren.
Los jóvenes de hoy en día poseen una gran destreza en el uso de todos estos aparatos electrónicos y, en muchas ocasiones, sus padres no tienen la menor idea de qué es lo que hacen sus hijos con los mismos en su tiempo libre.

En la actualidad es un muy normal llegar a una casa y encontrarse al padre viendo la pelota en la sala, la madre viendo la novela en la cocina mientras cocina, la hija usando la computadora en su cuarto y el hijo enviando mensajes de texto a sus amigos con su celular.

Yo recuerdo que durante mi infancia y adolescencia todos veíamos el mismo canal de televisión y escuchábamos la misma emisora radial, ya que en casa sólo había un televisor (en blanco y negro) y un radio. ¡Cómo han cambiado los tiempos desde ese entonces!

Es bueno que disfrutemos todos estos avances de la tecnología moderna, pero a veces esas pequeñas cosas que compartíamos antes nos hacen más felices. Cosas tan sencillas como tomarnos un café con leche con nuestros seres queridos mientras conversamos sobre los problemas cotidianos de la vida, sentarnos todos a la mesa para degustar una deliciosa cena hecha por mamá, hacer chistes, recordar los viejos tiempos, etc.

Esa tecnología que nos acerca a aquellos que están lejos y extrañamos tanto, es la misma que nos aleja de los que comparten con nosotros el mismo techo y, lo más triste del ca
ado lo importante que son y lo que significan para nosotros.

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